Vitamina E: Aspectos emergentes y nuevas direcciones

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El descubrimiento de la vitamina E está cumpliendo 100 años. El término vitamina E abarca ocho compuestos liposolubles (α-, β-, γ-, δ-tocoferol y α-, β-, γ-, δ-tocotrienol) sintetizados en organismos vegetales y representados en diferentes grados alimentos ricos en grasas, como aceites comestibles y semillas, o presente en alimentos fortificados esencialmente como αtocoferol. La vitamina E fue descrita por primera vez en 1922 como un factor dietético esencial para prevenir la reabsorción fetal en ratas. Entre las décadas de 1980 y 1990, la vitamina E se identificó como un antioxidante de lípidos poliinsaturados y una serie de estudios demostraron que las diferentes formas de vitamina E actúan como moléculas de señalización y regulación génica independientemente de su función antioxidante.

Además de sus efectos sobre la fertilidad, los primeros estudios en animales han documentado el papel de esta vitamina como factor esencial para otras funciones importantes y el desarrollo de tejidos y órganos como el cerebro, nervios, músculos, huesos, piel, médula ósea y sangre. Algunas de estas funciones han sido confirmadas en humanos, otras aún son objeto de investigación. En un esfuerzo continuo por caracterizar el papel biológico y los mecanismos de acción de la vitamina E, diversos laboratorios en los últimos años han descrito propiedades celulares y moleculares novedosas e incluso inesperadas para esta vitamina. Los investigadores sugieren, que se debe considerar este conocimiento emergente para mejorar las recomendaciones nutricionales y los criterios para diseñar la próxima generación de ensayos de prevención sobre enfermedades crónicas y relacionadas con la edad.

 

Un papel emergente para esta vitamina es el de factor inmuno-homeostático. La respuesta de las células inmunitarias a la suplementación con vitamina E se ha documentado ampliamente y se ha propuesto la aparición de sus efectos positivos en la fisiopatología del sistema inmunitario relacionada con la edad. Los aspectos propuestos recientemente en la actividad inmunorreguladora de esta vitamina incluyen la modulación de la anafilaxia pulmonar y un papel preventivo en la patogénesis de la enfermedad alérgica.

El α-tocoferol, la forma más común de vitamina E en los tejidos humanos, se ha considerado durante mucho tiempo como un factor citoprotector con funciones sugeridas en la prevención de procesos inflamatorios y degenerativos en el hígado durante la exposición a una variedad de xenobióticos, contaminantes ambientales y factores dietéticos. En el contexto de la esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), una enfermedad que resulta de la lipotoxicidad y la progresión inflamatoria de la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD), la terapia con vitamina E ha brindado beneficios clínicos significativos en pacientes adultos y pediátricos, y las pautas recientes de las asociaciones de hepatología y gastroenterología en diferentes regiones recomiendan la vitamina E como terapia de primera línea para adultos no diabéticos con EHNA comprobada por biopsia. Dichos datos clínicos son alentadores y sugieren la necesidad de más ensayos aleatorios para confirmar y eventualmente explicar los aspectos mecánicos del papel de la vitamina E en la prevención primaria y secundaria del hígado graso, NASH y las anormalidades lipídicas e inflamatorias involucradas.

 

La neuroprotección es otro tema de interés en la investigación de la vitamina E. Además de la función de la vitamina E como factor de supervivencia para las neuronas de Purkinje, lo cual es necesario para prevenir la ataxia en pacientes con deficiencia de vitamina E (AVED), se han utilizado modelos de activación neuroglial y excitotoxicidad, que simulan los efectos de la epilepsia y el trauma cerebral, para investigar el papel in vivo del αtocoferol como un factor citoprotector para las neuronas del hipocampo y un regulador de las vías inflamatorias de la neuroglía. Esta función neuroprotectora también se propuso para explicar la supuesta relación entre un estado óptimo de vitamina E y la reducción del riesgo de deterioro cognitivo leve y enfermedad de Alzheimer.

La identificación de metabolitos bioactivos endógenos y la caracterización de los procesos enzimáticos responsables de su generación se encuentran entre los aspectos más novedosos de la investigación sobre esta vitamina. Una primera serie de estudios en los últimos años se ha centrado en los metabolitos de cadena larga (LCM) de la vitamina E que incluyen moléculas derivadas del citocromo P-450 y fosfato de tocoferilo. Los efectos biológicos investigados hasta ahora demuestran claramente el potencial de estos metabolitos como moléculas de señalización y regulación génica de vías asociadas con el metabolismo de los lípidos, las respuestas inmunitarias e inflamatorias, la protección de las células neuronales y la homeostasis de los vasos. Lo que ha establecido la evidencia disponible es que estas respuestas son independientes de la función antioxidante de estos metabolitos de tococromano y también son distintas en términos de potencia y mecanismos moleculares de las de sus precursores vitamínicos. Es importante destacar que se han desarrollado métodos analíticos para evaluar los niveles en estado estacionario in vivo y la cinética de formación de estos LCM, lo que garantiza la posibilidad de investigarlos en intervenciones nutricionales y ensayos clínicos. Se han identificado mecanismos convergentes de regulación génica y enzimática entre el metabolismo de la vitamina E y el de los ácidos grasos de cadena larga, como el ácido araquidónico y algunos de sus derivados eicosanoides con propiedades inflamatorias y vasculares, así como entre la vitamina E y K, que sugieren interacciones positivas o potencialmente dañinas que deben investigarse más a fondo a nivel clínico.

Conclusiones y perspectivas

En la última década, la vitamina E y, en particular, el α-tocoferol, que durante mucho tiempo se consideró un mero antioxidante sin otras actividades biológicas, cambió de rostro y ahora se investiga intensamente como una molécula con propiedades adicionales que surgen de la investigación básica. Como antioxidante, protege las membranas celulares y las lipoproteínas del daño oxidativo al eliminar los radicales hidroperoxilo de lípidos que, junto con otras especies reactivas de oxígeno, son moléculas de señalización críticas.

La ingesta diaria óptima de vitamina E se puede dividir en dos rangos: una ingesta diaria requerida que proporciona suficiente vitamina E para que ejerza sus funciones biológicas y quizás un segundo rango de ingesta algo más alto que facilita efectos beneficiosos adicionales para la salud y puede prevenir enfermedades. La ingesta óptima de vitamina E en sujetos sanos, es decir, la dosis real que puede producir los efectos biológicos más positivos en ausencia de efectos adversos aún debe identificarse en ensayos adecuadamente diseñados y con la potencia adecuada, y esto representa un obstáculo importante para definir las recomendaciones nutricionales por esta vitamina. La tarea parece aún más difícil si tenemos en cuenta que esta vitamina, en sus diferentes formas, es un agente pleiotrópico con efectos en prácticamente todos los componentes celulares y fluidos biológicos del organismo humano. Por lo tanto, definir los roles nutricionales y de salud de esta vitamina que se dividen en efectos inmunológicos, hematológicos, neurológicos, gastrointestinales y endocrinos sigue siendo un desafío, pero merece una mayor investigación.

Existen más preguntas que respuestas con respecto a las funciones biológicas de la vitamina E y las investigaciones sobre las vitaminas A, D y K podrían ayudarnos a dilucidar los mecanismos moleculares que subyacen a la esencialidad de la vitamina E para la salud humana.

Referencia:

  • Galli F, Azzi A, Birringer M, Cook-Mills JM, Eggersdorfer M, Frank J, Cruciani G, Lorkowski S, Özer NK. Vitamin E: Emerging aspects and new directions. Free Radic Biol Med. 2017 Jan;102:16-36. doi: 10.1016/j.freeradbiomed.2016.09.017. Epub 2016 Nov 2. PMID: 27816611.
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