Los pacientes con demencia y la pandemia: lo peor podría venir después

Tiempo de lectura: 4 minutos

Realizado por: Dr Nilton Custodio

La pandemia del Covid-19 afecta a más de 268.0001 ecuatorianos y el número de casos va a seguir incrementándose. Las principales medidas de control de las autoridades sanitarias durante la fase aguda están dirigidas a disminuir las consecuencias respiratorias; pero cada vez hay mayor evidencia del compromiso del sistema nervioso central.

En ese sentido, las pandemias del pasado han reportado complicaciones neuropsiquiátricas luego de la fase aguda de la enfermedad, como encefalitis letárgica, insomnio, ansiedad, depresión, manías, psicosis, suicidio, delirio, y las más recientes (H1N1, SARS-CoV-1, MERS-CoV) reportaron narcolepsia, encefalitis, desórdenes neuromusculares y procesos desmielinizantes.

En ese contexto, ¿cuál será el impacto de las medidas impulsadas para contener la pandemia en pacientes con problemas en su salud mental? De otro lado, la prevalencia de pacientes con demencia tipo Alzheimer en Ecuador, según el estudio FARYPDEA, es de 36.3%2.

Estas personas inician sus molestias con “olvidos”, caracterizados por problemas con la memoria episódica de hechos recientes (les cuesta recordar el desayuno de la mañana, los recados y los encargos de los hijos) y problemas para la denominación (gran dificultad para dar el nombre de un objeto común, a pesar de conocer cada una de sus cualidades). Luego de unos meses, empezarán los problemas de la funcionalidad instrumental (dificultad para manejar el horno microondas, manejar el cajero automático, realizar pagos en bodegas y mercados), pasando luego a manifestaciones conductuales como ideaciones paranoides (“cree que alguien le quiere hacer daño”, “se están robando mis cosas”, “la gente habla mal de mí”), alucinaciones visuales (animales dentro de la habitación) y agitación psíquica nocturna, o tal vez agresividad verbal y física en el peor de los casos3.

Todo esto sucede en un contexto familiar y social de desconocimiento de la enfermedad (aún existen familias pensando que son cambios de la “vejez” y los pocos que asumen la enfermedad como tal, tienen nula o escasa preparación para el cuidado de su familiar) y de estigma hacia la persona afectada. Es por ello por lo que es importante analizar y tener en cuenta el impacto derivado de las medidas de aislamiento físico dictadas por la pandemia sobre las enfermedades neurodegenerativas, incluida las demencias.

Los pacientes en estadios iniciales que aún mantienen independencia tienen problemas para recordar los procedimientos de bioseguridad, como colocación de las mascarillas, lavado de manos o entender la información de los medios de comunicación.

Esto podría incrementar el riesgo de adquirir la infección por Covid-19. Este panorama empeora cuando viven solos o sus cuidadores o acompañantes son de la misma edad, o con similares enfermedades que el paciente. Además, en esta etapa, la principal recomendación con estos pacientes es mantener o incrementar la interacción social; sin embargo, en las actuales condiciones, esto es imposible de cumplir.

En pacientes con demencia en estado moderado, que mantienen independencia funcional básica, los cuidadores han incrementado las consultas telefónicas debido a que han sufrido problemas en la orientación, trastornos del sueño y cambios conductuales como angustia y ansiedad por permanecer “encerrados”. En algunos casos se han reportado casos de agitación psico-motora, es decir la hiperactividad motora expresada como la necesidad de caminar y caminar sin un objetivo (los pacientes entran a la sala, luego al dormitorio, o al baño).

Es importante analizar el impacto del aislamiento físico sobre las enfermedades neurodegenerativas.

El análisis de algunos casos nos dice que los pacientes en estadios severos, que dependen totalmente para alimentación y aseo personal, han progresado a la confinación en cama por pérdida de su rutina, la falta de terapia física o de lenguaje, debido a que los profesionales no se pueden trasladar hacia el domicilio o las casas de reposo.

Estos cambios han generado incremento de la carga de trabajo y estrés emocional de los cuidadores, quienes tienen un panorama “desolador”, pues generalmente realizan este trabajo de manera aislada sin la participación familiar.

El 43% de los cuidadores no profesionales encuestados ponen la salud de la persona que cuidan por encima de la suya

Para los próximos meses, es probable que muchas familias reduzcan sus ingresos económicos por lo que muchos pacientes con demencia dejarán de asistir a sus controles médicos, o la medicación se verá interrumpida; y tal vez, los cuidadores capacitados tendrán que ser despedidos.


Comparto algunas recomendaciones para los pacientes con demencia en estadios moderados:

Para los pacientes con demencia en estadios severos, recomendamos:

Bibliografía:

1.    Dato tomado de JHU CSSE COVID-19 Data, el 17 febrero 2021

2.  Espinosa del Pozo P, Garzon Y, Velez R, Batallas E, Basantes A, Betancourt J. Factores de riesgo y prevalencia de la demencia y enfermedad de Alzheimer en Pichincha – Ecuador (Estudio FARYPDEA). Rev Fac Cien Med (Quito) [Internet]. 29 de mayo de 2017 [citado 17 de febrero de 2021];37(1-2):50-5. Disponible en: https://revistadigital.uce.edu.ec/index.php/CIENCIAS_MEDICAS/article/view/1089

3.  Navarro E, MA Merinoa, JA Conde Sendina, Villanueva Osorio JA. Enfermedad de Alzheimer Medicine – Programa de Formación Médica Continuada Acreditado. 2015; 11(72): 4306-4315

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